martes, 9 de octubre de 2007

Siempre fui loco

Hace ya muchos años que me declaré totalmente en contra de la mayoría de radios locales. Creo que las únicas que se salvaban eran Doble 9 y algunas tipo Telestéreo. Más allá de eso, mi gusto por la sintonía no era atraído por ninguna, aún teniendo la opción de escuchar radio vía internet. Y es que afrontémoslo, la radio no se hizo para escucharse en una PC.
Irónicamente, mi búsqueda por música nueva me hizo darme con la existencia de una radio argentina conocida como Radio La Colifata. "Colifato" es un término argentino utilizado para nombrar a un ser hu-mono con ciertos inconvenientes cerebrales, pero que aún puede caerle simpático a uno. Chaparrón Bonaparte y Lucas Tañeda me vienen a la mente con tal definición. En fin, el asunto es que el nombre no podría venirle mejor a la radio, ya que está dirigida nada menos que por los internos y ex-internos del Hospital Psiquiátrico Borda, en Buenos Aires. De lo poco que he podido investigar, la radio tiene por intención obtener fondos para el hospital y al mismo tiempo dar a conocer al mundo la visión tan particular que tienen los colifatos de la actualidad.
Entre los personajes que han apoyado esta noble causa, se pueden contar al Papa Benedicto XVI, los directores Emir Kusturica y Francis Ford Coppola, y un centenar de músicos de todas partes del mundo. Precisamente estos últimos prepararon un álbum que condensa buena parte de la filosofía colifata. "Siempre Fui Loco" es el título de este disco, dirigido por Manu Chao y que integra a artistas de diferentes partes del mundo y del tiempo. Comparten escena el propio Manu, Che Sudaka, Des+Karadas, Gaia Stalla, y otros más, y por ahí hay su recuerdazo con nada menos que Robert Mitchum (yo ni sabía que cantaba). En cada pista del álbum están salpicados comentarios de los miembros de la radio, dando sus opiniones y soltando una serie de mensajes que llevan rápidamente a la reflexión de que, como ellos mismo dicen, "Los locos... no son tan locos".
Aquí dejo el link para los que quieran visitarlos. La Colifata Online

sábado, 15 de setiembre de 2007

¿Qué hay en la canasta?


Mi gusto por las películas de horror y similares se vió afectado desde hace años por la presencia del internet. Muchos de los trabajos independientes que sólo había podido ver en revistas o escuchado por ahí ahora están a unos clics de distancia. Entre estos filmes, la gran mayoría de presupuesto risible, existen pequeñas joyas consideradas como "de culto" por los fans. Actualmente, en una realidad donde todas las películas son remakes, adaptaciones de libros o reflejos de nuestra decadencia, es gracioso volver unos años atrás y encontrar ideas un tanto retorcidas pero originales, sin efectos de computadora y sin mayor afán de seriedad.

Encontré entre éstas una historia de lo más absurda, pero al mismo tiempo entretendia. Se trata de Basket Case, una trilogía iniciada en 1982 por el director Frank Henenlotter, acerca de Duane Bradley y su hermano Belial. Ambos son muy unidos, al punto que al nacer compartían el mismo cuerpo. Mientras que Duane se ve como una persona "normal", Belial más bien parece un tumor con rostro y brazos, unido al costado derecho de Duane y dotado de un poder mental que le permite hablar con el sin pronunciar palabra. A los 12 años son separados contra su voluntad y Belial es dado por muerto. Duane lo encuentra nada menos que en un tacho de basura y ambos deciden vengarse de quienes los separaron. El primer capítulo es más bien trágico (honestamente dudo que fuera planeado como una trilogía) y Kevin Van Hentenryck aparece muy convincente como un Duane atormentado por la carga que debe llevar (literalmente, siempre lleva a su hermano en una canasta, de ahí el título). Belial por su parte está hecho de dunlopillo y tomado de un molde de la cara de Kevin. Las pocas veces que se le ve desplazándose a algún lado, se hace uso del stop-motion con menos cuadros que haya visto, pero bueno, era la única forma de filmarlo.
Las dos películas siguientes, filmadas 8 años después, no son más que una gran excusa para presentar a toda una familia de seres tanto o más grotescos que el propio Belial, cuidados por la Abuelita Ruth, una doctora que da atención psicológica a los hermanos Bradley mientras éstos buscan una razón para vivir.
Si bien hay asesinatos, las secuelas están hechas en un tono humorístico bastante oscuro. Nuevos maquillajes, un Belial más "orgánico" y una historia que cada vez se jala más de los cabellos.

¿Argumento? Para qué. ¿Mensaje? Ninguno. Sólo véase sin mayores expectativas y con la mente muy, MUY abierta. Con suerte se reirán tanto como yo.

domingo, 2 de setiembre de 2007

Desanime

Todos aquellos que me conocen saben de mi gusto por las series y películas de animación, particularmente las que provienen de la tierra del sol naciente, los eternos maestros del arte gráfico. Una consecuencia casi instantánea es que uno le tome estima a la música que forma parte de estos trabajos, los conocidos "openings", "endings" y la música de fondo. Con el tiempo uno llega a darse con que los grupos que interpretan estas canciones son bastante conocidos en su país y adicionalmente que hay agrupaciones de fanáticos en el nuestro que son tanto o más acérrimos que uno.
Pues bien, si algún evento congrega con facilidad a toda esta estirpe de hinchas, las fiestas anime son sin duda las más concurridas. Incluyendo concursos de karaoke y cosplay (léase disfraces), la fiesta promete llenar la noche con las canciones marca de fábrica de nuestras series favoritas. Además uno podría ver a personas vestidas con trajes bastante pintorescos e incluso uno mismo tendría excusa de usar algo distinto y conocer a gente nueva. Ocasión excelente para una noche interesante. O al menos así solía ser.
Desde el año pasado, las fiestas han evolucionado en un evento más bien extraño. En realidad la expresión correcta sería "de-evolucionado". Si bien antes se desarrollaba en su mayoría como cualquier fiesta, donde uno disfrutaba la música con la gente bailando, tomándose algo, y uno podía engancharse en un grupo cualquiera sin mayores problemas, las cosas han cambiado radicalmente.
Para empezar es cierto que me he desconectado del anime. Producto de esto es que ahora no reconozco ni el 40% de las canciones que ponen. Por ahí alguien me dijo que es señal de que me estoy haciendo viejo. Tal vez, pero también es verdad que sé disfrutar la música en general, así que conocer o no las canciones no es precisamente un problema grave.
El verdadero problema es el siguiente: el 90% de los asistentes a estas reuniones forman parte de alguna comunidad de internet, foro o club de fans. Es decir, quien va a la fiesta, no va a hacer amigos, si no que va porque hay un grupo de amigos de por medio. Esto provoca que los clubes, comunidades, y foros, se cierren entre ellos y uno ya no ve una fiesta general. Por el contrario, lo que se ve son varias micro-fiestas con gente cerrada en círculo, lo cual limita demasiado la armonía de la celebración. En pocas palabras, si no vas con tu manchita, fuiste. Todo un reto para los gileros que quieran levantarse a una japonesita. (Dato curioso: más de las 3/4 partes de los asistentes no tienen absolutamente nada de oriental). Cuando mucho se ganarán con las microfaldas de las mal llamadas "gothic lolitas".
Por otro lado, olvídense de bailar. Estos círculos sólo se la pasan abrazados saltando al son de las canciones que reconocen, o lo que es más curioso, poguean entre ellos canciones pop como si se tratara de un concierto de Slipknot. Las chicas, que usualmente son las únicas que realmente quieren bailar, lo hacen pero entre ellas. Para colmo de males, no faltan algunos graciosos que deciden hacer "trencito" dando vueltas por toda la pista de baile, atropellando a quienes no estén atentos e inhibiendo a las pocas parejas que están bailando.
La verdad los tonos anime a mi parecer se han degradado de alternativa a las discos pachangueras, a una especie de versión adulta de fiesta de 6to grado de primaria. No sé exactamente a qué se debió este cambio, pero creo que hasta que alguien me dé testimonio de un giro positivo, me abstendré por un buen tiempo de aparecerme en alguna.

sábado, 21 de julio de 2007

Escape Del Vórtice

Después de trabajar los últimos 4 años de manera independiente, no creí que tener un trabajo a tiempo completo como profesor de colegio fuera a quitarme las pocas horas libres que me deja el día. Producto de todo esto, mi blog había quedado completamente paralizado. Uno llega a casa tan cansado que en lo último que uno piensa es en ordenar ideas y escribirlas. ¡Qué vaina!
Por fortuna las deidades lovecraftianas escucharon mis ruegos y ayer nos dieron 15 días de vacaciones. Prefiero utilizarlos para escribir nuevamente porque al paso que voy, quizás no vuelva a hacerlo hasta Diciembre.
Aprovecho como punto de partida, el meme que mi estimado Fabber me sugiriera en su blog. Ocho cosas que no saben del Dr. West. Pero ojo, sólo ocho.

1. Soy adoptado. A mucha gente le choca o cree que estoy bromeando cuando cuento esto, pero es la pura verdad. Mi madre biológica fue engañada para dar a luz en un hospital y una tipa se encargó de hacer el contacto para que me trasladaran a manos de otras personas. Técnicamente hablando, me reviendieron como producto chino. Por fortuna mi familia es lo máximo y hace unos años logré contactar a mi madre biológica y a veces la veo.

2. Al parecer tengo 3 fechas diferentes de cumpleaños. Según mi DNI nací a día 7 de Diciembre, pero eso fue a consecuencia de una negligencia de mis padres al momento de registrarme. Según ellos, la verdad es que nací a día 6 y dijeron que fue 7 para no pagar una multa (?). Ahora, según mi madre biológica no nací ni a 6, si no a 5. Díganme ahora que no se puede retroceder en el tiempo.

3. Mi eterno sueño frustrado de niño fue ser astronauta. Siempre me llamó la atención el espacio exterior y mis padres apoyaban mis ilusiones consiguiéndome enciclopedias y toda clase de información sobre el universo. Recuerdo cuando me sentaba con mi viejito a ver al maestro Carl Sagan y su serie documental Cosmos. La realidad nacional de Alan García en los 80s me hizo perder mis sueños, pero el espíritu sigue ahí. Si Homero Simpson pudo yo también podré algún día.

4. El primer concierto al que fui en mi vida fue al de Vanilla Ice, uno de los pocos cantantes comerciales gringos que vino a nuesto país cuando estaba de moda. Por ese entonces yo me juraba ducho en el rap y aunque sé que sus letras eran vergonzosas, me gustaban las canciones. Cuando me enteré de que Rob Van Winkle venía para acá, junté mis propinas y me fui con un par de amigos al concierto. Fue la primera vez que hice cola desde las 8am para ver a alguien, y curiosamente fue la última.

5. Le tengo pánico a los monstruos marinos. Estoy relacionado con el mundo del horror desde los 7 años y conozco muchos tipos de seres extraños, extraterrestres, extraplanares y extracurriculares. Con el paso de los años me di cuenta de que si algún tipo de monstruo me causa miedo, son sin duda los que vienen de las profundidades del océano. Creo que por eso mi fascinación con los trabajos de Lovecraft. Entenderán que para mí, ver Tiburón fue todo un reto. Ni me enseñen documentales submarinos o cosas parecidas. Nunca llego al final.

6. No sé lo que es un campamento. Gracias a la rigidez de mis padres y a una extraña falta de suerte, atribuída a la burocracia cósmica, hasta hace un par de años, no sabía lo que era viajar (viajar con la familia cuando niño no cuenta) ni tampoco lo que es ir de campamento. Por un lado, por fin logré irme de viaje el año pasado a Huaraz (algo es algo). Sin embargo, a mis 28 años aún no tengo la más remota idea de lo que significa ir de campamento. Otra entrada más para mi wishlist.

7. Durante mi adolescencia pasé por una etapa bastante depresiva. Me odiaba a mí mismo de una manera tan extrema que aprendí a cobrar fuerzas de mi propio odio. Si bien el tratamiento psicológico que llevé durante ese tiempo me ayudó a solucionar problemas familiares, no pudo arreglar el hecho de que yo me detestaba. Las consecuencias de este odio fueron desvaneciéndose poco a poco conforme mi vida iba cambiando. Finalmente, el conocer a mi primera novia me hizo reflexionar y logré contorlarme.

8. Pasé varios años recurseándome como discjockey. Durante los 90s era para mí bastante divertido buscar canciones antes de que salieran en la radio y darme cuenta que luego de 3 o 4 meses de haberla tenido, recién las pusieran. El trabajo de DJ me dio varias satisfacciones, desde conocer a ciertas chicas, hasta haber presenciado un strip-tease de alta calidad, y encima me pagaban por ello. Había que saber todo de todo y uno se acostumbraba a las extrañas formas que el público tiene de llamarle a la misma canción al momento de pedirla. Por desgracia, la música se estancó a finales de los 90s, la competencia se tiraba al piso con los precios y los CDs piratas hicieron que el negocio se viniera abajo. De una o otra forma, fue buena experiencia.

Invito a repetir este meme a mis estimados:

Paul / Barrett
El Ancruel

jueves, 4 de enero de 2007

Llantas GoodYear

Y bien, un año que se fue. ¿Qué podría decir de él? Los primeros meses me sirvieron para afianzar mi trabajo, que si bien estaba venido a menos, aún me reportaba el ingreso suficiente para un soltero. Podía pagarme el instituto y tenía miras a quedarme a trabajar en él. Hasta que me cancelaron las prácticas y me frustré de una manera espantosa. Pero ni modo, a lo hecho, pecho. Mi vida seguía de lo más tranquila, sin mayores preocupaciones, frecuentando a mis buenos amigos y disfrutando de mi primera habitación propia en 27 años. Empecé a disfrutar el silencio como nunca. Y menos mal que lo hice porque a mediados de año una buena amiga me daría un obsequio bastante peculiar: mi primer trabajo como profesor de inglés.
Si bien es cierto que me he pasado toda mi vida vinculado al idioma, jamás se me habría ocurrido que mi primer contacto con la docencia iba a ser directamente en un salón de secundaria. Tres meses que me sirvieron para conocer un sistema de trabajo totalmente nuevo, y es que la vida de independiente no permite que uno sepa como funciona una empresa grande. Esa fue una de mis grandes pruebas, en las que tuve que combinar una enorme dosis de paciencia con mi sentido de responsabilidad (el cual a veces detesto) y mi resistencia al sueño. Contra todo lo que quería creer, el trabajo no terminaba a la hora de salida. En realidad ahí es cuando empieza.
Atrás quedaron mis visitas amicales, ya que los fines de semana lo único que me venia en gana era dormir, así que tuve que alejarme de casi todos mis proyectos personales.
Aprendí que en la sala de profesores se entretejen historias infinitamente más complejas que las de los alumnos, y que el hecho de ser profesor no necesariamente implica ser un ejemplo de comportamiento. La hipocresía, el cabe y el serrucho son parte inamovible del trabajo de oficina, y de una u otra forma se pueden percibir. Para mi fortuna, el contrato era solo de 3 meses y no tuve que ser testigo de la devastación de fin de año. De paso me convencí de que en el aspecto laboral, si tengo que bajar la cabeza ante un imbécil, mejor la bajo ante el espejo.
Pero no todo fue malo. Por cada ser extraño que conocí, hubieron 2 de excelente calidad humana, hayan sido alumnos o profesores, cuya amistad espero no perder. Logré hacerme de un buen dinero que me sirvió para subsanar deudas y de paso para acostumbrarme a subir mi nivel de ingresos. Ahora mis miras son otras y es algo que debo agradecer.
También debo agradecer el haber conocido a una mujer de la cual me enamoré y a quien tuve el placer de ayudar a encontrarse. Ella también me dejó algo que nunca olvidaré y es que por primera vez viajé a alguna parte. Esas memorias no se borrarán jamás, gracias a la cámara digital. Si bien es cierto que nuestra relación se terminó, creo que salimos de ella como mejores personas. Toda esta situación me hizo reafirmar mis convicciones, volver a encontrar mi misión (la cual había dejado de lado hace tiempo) y poder apreciar mejor todo aquello que se ha puesto en mi camino.
Durante los 4 últimos meses de este año conseguí retomar mis viejos proyectos, seguir aprendiendo lo que necesito, ya sea en el internet o en algún libro pirata, retomar a los amigos que siempre estuvieron ahí, y sobre todo a mi familia.
Esta navidad fue más bien espiritual, porque esa estupidez de esperar regalos ya fue dejada atrás por mi familia hace mucho. Un abrazo sincero y un agradecimiento por techo, comida y trabajo son más que suficientes para nosotros. Los regalos son sólo para los niños porque , y de eso nos encargamos en la aldea Westfalia con la gente de Kawaii Laruku. La sonrisa de los pequeñitos valió mucho más que el esfuerzo. En mi casa fue lo mismo, el show lo dimos mi hermano y yo para los sobrinos, que cada año vienen a pasarla con nosotros y alegrarnos el hogar.
La celebración de fin de año no pudo ser mejor. Una vez más las buenas amistades salieron al rescate y fui a dar a la playa, donde una cantidad obscena de alcohol, cebiche y buena compañía me dieron uno de los mejores cierres de año que haya tenido.

Aquí una canción de año nuevo para que reboten un poco.