Durante la infancia ochentera, el canal 7 se llevó las palmas por traer uno de los paquetes de dibujos animados más vistos en la historia de nuestro país. La distribuidora gringa ZIV se mandó con 4 series en un inolvidable combo llamado Festival de los Robots. La versión latina de la introducción del Festival fue hecha por el Capitán Memo, y se volvió su canción más representativa.
En el 7 uno podía ver El Vengador (Steel Jeeg, su nombre original) y El Galáctico (Starzinger), ambas de finales de los 70s.
El Vengador, creación del gran Go Nagai, contaba la historia de Febo, un piloto de carreras rebelde (como todos los pilotos, ¿no?) cuyo padre descubre una campana de bronce que lleva inscrita la profecía de Medusa, una
entidad demoníaca que al parecer está a punto de regresar. La dichosa Campana ha de ser una gran fuente de poder, ya que durante toda la serie se la pasa cargoseando a Febo para que le suelte el armatoste ese.
Febo resulta no ser una persona común y corriente, sino que es una especie de cyborg que es capaz de transformarse en la cabeza de un robot gigante al unir los nudillos de sus guantes. Creo que no hay nadie que haya visto la serie y no haya hecho ese movimiento por lo menos una vez. En algún momento explican que esto es gracias a que la condenada Campana está oculta nada menos que dentro del cuerpo de Febo. Interesante saber hasta dónde llegan los arqueólogos japoneses con sus hijos.
Cuando el resto del cuerpo se une, se transforma nada menos que en El Vengador, listo para combatir a Medusa y a sus tres secuaces, tan intimidantes en aspecto como inútiles en combate: Sombra, mitad humano mitad demonio; Luzbel, un vampiro con ropa discotequera; y Megaterio, un tipo con piel de piedra y espadas cortas en la cabeza. Entre los 4 le hacen la vida imposible a Febo enviándole los monstruos mecánicos más raros que a uno se le pueda ocurrir, llegando al extremo de camuflar a uno como un Buda gigante (y no es broma).
Febo recibe ayuda de su padre, el cual mantiene su intelecto vivo en una supercomputadora y a veces también le habla a través de un medallón con la forma de la cabeza del Vengador. Para poder transformarse, las partes del Vengador le son disparadas desde un jet piloteado por la bella Mirna, que rara vez se cambia el uniforme y siempre anda en minifalda. Ella es además el típico personaje femenino abnegado que termina enamorándose del héroe por muy conflictivo que éste sea. Obviamente él ni enterado, ya que enfoca toda su atención en su madre y su hermana Mayita, a quienes cuida a toda costa. Por otro lado, todo héroe tiene su competencia, y ahí es donde entra Don, su rival de carreras, que junto a su mecánico Bobón se las ingenian para crear un robot/marioneta llamado Tobor, con el que tratan de quitarle protagonismo al Vengador cuando se trata de luchar, con resultados tan cómicos como lamentables.
El Vengador tuvo algunas mejoras cuando le asignaron un par de taladros gigantes que reemplazaban sus brazos y le permitían volar y meterse por el subsuelo, y también una bazuca enorme que usaba para acabar con los enemigos más espesos. Tanto el jet de Mirna como Tobor también recibieron mejoras durante la serie.
Un par de aspectos interesantes de la serie es que El Vengador muestra una enorme influencia de lucha libre tanto en su aspecto como en su forma de combatir. Para empezar, creo que hasta antes del Vengador todos los robots tenían un diseño simple con colores básicos. Aquí se ve un robot con piernas y brazos verdes, pecho amarillo y la cabeza con mezcla de ambos, algo muy similar a la ropa de un luchador. De más está mencionar que parece llevar un cinturón de campeón. Por otro lado, ciertos ataques como el Golpe Demoledor (que no es más que una patada voladora) eran más bien físicos y no de misiles o rayos como era costumbre. Su ataque final, el Rayo Ciclotrónico, solía empezar reteniendo al oponente nada menos que con el Abrazo del Oso.
Otro detalle es que las canciones del paquete fueron recreadas por el Capitán Memo y la canción de introducción hace referencia en buena parte al Vengador, con frases como "Cuando encuentras el mal siempre cambias tu cuerpo a metal", convirtiéndolo en el robot más emblemático del grupo.
Seguimos con El Galáctico, una historia de ciencia ficción basada en el trabajo de Leiji Matsumoto y Osamu Tezuka.
En un futuro lejano, más o menos en los años en que siempre empiezan estas historias, la galaxia entera se está quedando sin energía y eso está provocando que los seres vivos se corrompan y muten en aberraciones. Por ello, un equipo de científicos no tuvo mejor idea que enviar a la Princesa Aurora como embajadora hacia un lugar llamado El Gran Planeta para intentar restaurar el balance energético. Vaya a saber cómo, la cosa es que tenían que llegar hasta allá.
Para resguardarla, le entregan una nave tamaño familiar llamada La Reina Cósmica y ponen a su mando a un cyborg conocido sólo como El Galáctico (tenía nombre, pero no logro recordarlo), un tipo bastante problemático que logró el puesto por ser el más necio en todas las pruebas que le hicieron, y por ser el único que logró dominar la Lanza Triónica, una vara poderosísima que además de lanzar rayos podía variar su tamaño a voluntad del usuario. El temperamento del Galáctico era tan voluble que habían ocasiones en que tenían que aplicarle una especie de electroshock para tranquilizarlo. Se ve que en ese entonces las cadenas de TV creían que toda la animación era tipo Disney.
Al poco tiempo se unen al equipo dos cyborgs más. Glotín, un gordillo que peleaba al estilo medieval, con mayal (La Maza Demoledora) y escudo, y que llevaba una de las armas más peculiares que he visto: las Sandalias Protónicas, que disparaban misiles. No me pregunten, yo no lo dibujé. Como su nombre lo indica, Glotín era miembro de la Sagrada Orden del Buen Diente, es decir que arrasaba con toda la comida. El otro cyborg resulta ser Giogio, proveniente de un planeta helado y maestro del Tridente Magnético, un rifle en forma de trinche que podía congelar. Su principal característica es que llevaba siempre una calculadora con la cual podía hallar fácilmente las probabilidades de toda situación que se presente. Casio y HP deberían haber aprovechado su imagen para promocionarse. Con todo el equipo reunido, emprenden el viaje interminable hacia el planeta ese, encontrándose con entidades malignas a diestra y siniestra, que los tres deberán enfrentar si quieren ver a su galaxia en orden otra vez.
Un chiste repetitivo en la serie es que cada uno tiene su nave personal. El Galáctico lleva la Nave Flamígera, Giogio la Nave Acuífera y Glotín el Toro Estelar. Cada vez que iban a abordarlas, mientras que los demás caían como vaquero sobre el caballo, Glotín siempre caía de cabeza o fuera del asiento, salvo en un único episodio donde cae bien sentado y el que se saca la mugre es Giorgio. Los tres se quedan muy extrañados de ese hecho.
Como es típico en estas series, Aurora siente una atracción solapa hacia el Galáctico y éste a su vez no acepta que la Princesa le mueve el piso, y lo oculta dedicándose de lleno a su trabajo.
Dicho sea de paso, esta historia está basada ligeramente en la leyenda del Viaje Al Oeste, que inspirara montones de series, entre ellas Dragonball. A ver, héroe con un accesorio que vuela, una vara que cambia de tamaño, como que sí podría haber similitud.
Dicho sea de paso, esta historia está basada ligeramente en la leyenda del Viaje Al Oeste, que inspirara montones de series, entre ellas Dragonball. A ver, héroe con un accesorio que vuela, una vara que cambia de tamaño, como que sí podría haber similitud.
La canción de final del Galáctico a mi parecer es una de las mejores que ha hecho el Capitán Memo y siempre tendré en la mente la imagen de los 4 personajes posando para el poster al final de la canción de introducción del Festival.
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