
A mi lado aparecieron los más variados personajes. Un tipo con traje, quizás un empresario, respiraba agitado y miraba hacia los lados con impaciencia. Creo que llevaba consigo algún cargamento importante. Comprendí su nerviosismo tras darme cuenta de que a su lado estaba un hombre de baja estatura, de ropas simples, quizás demasiado, que examinaba con detenimiento el traje de mi momentáneo vecino. Durante la espera, una damisela urbana ofrecía juegos, software y tintas por cuarta vez a la misma persona.
Al otro lado de la acera una pareja de enamorados conversa sobre la película que vieron en un DVD pirata, mientras tratan de burlar la mirada de la caja viva y ahorrarse unos segundos de vida. Entre ellos y nosotros, unos cirqueros desafían la gravedad por unos cuantos céntimos.
Una abuelita se acerca con la bolsa del mercado, lo cual me recuerda que se acerca la hora del almuerzo. Ella espera pacientemente a que la caja cambie de parecer.
Finalmente nos ilumina un haz verdoso y el movimiento vuelve a empezar. Cada uno prosigue su camino ante la vista de ese objeto sin memoria que regula nuestras vidas nos guste o no.
¡Así es, mis queridos amigos! ¡Eso es todo por esta noche! No olviden conservar su boleto porque la próxima semana tendrán 50% de descuento. ¡Hasta entonces!