jueves, 31 de julio de 2008

Las Sillas Voladoras

Si alguna vez les ha interesado de algo la lucha libre, habrán escuchado a muchos decir que es puro teatro, que es aburrido, que es violento, y quién sabe cuantas cosas más. Lo cierto es que se trata más bien de un espectáculo, definición que quedó muy clara desde mediados de los 80s. El problema es que muchos fanáticos aún siguen pensando que es 100% real y se mueren por participar de la misma.
Les voy a pedir un gran favor, cuando se suban a un cuadrilátero y pidan ayuda al público, piénsenlo cien veces antes de abrir la boca. No les vaya a pasar como a Terry Funk y a Cactus Jack, que en una de sus peleas de la ECW original, pidieron a los espectadores que les pasaran una silla para rematar a sus oponentes. El resultado fue una escena peligrosamente cómica.

miércoles, 30 de julio de 2008

Ceronadado

Desde que recuerdo, un personaje ha sido parte de la programación de nuestra TV local. "El Chavo del 8" es un programa ya sin tiempo, plagado de personajes tan carismáticos como opuestos en caracter, con la capacidad de captar la atención y ganarse el cariño de prácticamente cualquier persona con sentido del humor. Como yo no fui una excepción, he vivido durante años esperando conocer al creador de tan genial obra.

Don Roberto Gómez Bolaños, mejor conocido como Chespirito, estuvo en Lima durante las útimas semanas para presentar su obra teatral "11 y 12", junto a su compañera de siempre Florinda Meza. Tuve serias dificultades para ir a verlo (condenada universidad), pero para mi fortuna logré comprar nada menos que la última entrada para el teatro, el Sábado 26 a las 5:00 p.m. Me imagino cómo se habrá puesto la gente que quedaba en la cola cuando me fui.

Sinceramente no pensé que hubieran tantos fanáticos de Chespirito. En el teatro se podía ver a personas de todas las edades usando polos de El Chavo, con peluches de los personajes de la serie, e incluso con antenitas de vinil y chipotes chillones.
A pesar de haber ido solo, no me sentí así. Me dio mucho gusto saber que el trabajo de Chespirito sigue y seguirá formando parte de la vida de los niños peruanos, desde los más pequeños hasta los cincuentones.

El momento exacto en que empieza la obra, Florinda Meza atraviesa el escenario y el lugar estalla en aplausos, que sólo son superados por los que reciben minutos después a Chespirito, en su personaje de Eloy Madrazo, chofer de trailer.
Eloy es responsable de haber dejado sin el 11 y el 12 a don Cristóbal, un heróico ciudadano que trataba de proteger a su ahijado. La presencia de un ginecólogo con complejo de Dr. Frankenstein le devuelve la esperanza a "Cris" tras proponerle un transplante que le devolverá al menos la mitad de su hombría. Grande es la sorpresa cuando se entera que el donante no es otro que el propio Eloy. Los problemas se agravan cuando la esposa de Cris por fin sale embarazada y existe la posibilidad que en vez de tener a Cris Jr. vaya a tener un Eloycito.

"11 y 12" es una historia que al verla, uno piensa, "creo que esto ya lo he visto antes". Sin embargo, el ingrediente que la hace especial es la presencia de don Roberto. Es asombroso cómo una persona aún puede hacer humor blanco en estos tiempos en que los medios están tan saturados de basura.
No hay duda de que don Roberto aún conserva casi intacta la chispa que le hizo alcanzar tantos corazones, rompiendo la barrera del idioma y el tiempo. Al terminar la función, el respetable se acercó lo más posible a ese pequeño hombrecito que en lo personal yo llamo genio. Se podían escuchar gritos como "Chespirito, te amamos", "No te vayas, Chavo" y un general de aplausos. El propio Roberto no pudo contener la emoción y soltó una lágrima ante esta demostración de afecto tan apabullante.
Sé que probablemente no vuelva a verlo en persona, pero definitivamente ese día no lo olvidaré. Para recordarlo por siempre, conseguí que Chespirito me autografiara su libro "El Diario del Chavo del 8".

Soñaba con conocerlo desde niño y ese sueño fue realizado con creces. Un agradecimiento muy profundo para aquel Caballero de la Mesa Cuadrada, que sigue siendo capaz de entretener a chicos y grandes, y al mismo tiempo otorga pequeñas lecciones de vida muy sutilmente.
Gracias también al equipo que lo ha acompañado todos estos años. Edgar Vivar, María Antonieta de las Nieves, el picón de Carlos Villagrán, Rubén Aguirre, los inolvidables Angelines Fernández y Ramón Valdez, y todos aquellos que en algún momento dieron vida a alguna parte de la Vecindad, los que le hacían el chroma-key al Chapulín Colorado, quienes grabaron los geniales diálogos de Los Chifladitos, los que samplearon las cachetadas de Los Caquitos, y un enorme etcétera. Les estoy eternamente agradecido por la alegría que nos dieron y por habernos enseñado que pese a los años, podemos seguir siendo niños.

miércoles, 16 de julio de 2008

Adiós

Dedicada a todos los seres queridos que emprendieron la Larga Marcha, especialmente a Lidia y Agucho. El tiempo pasa muy rápido, así que nos veremos antes de lo que creen.

Apocalyptica - Farewell

viernes, 4 de julio de 2008

Company Of Heroes


La mayoría de los verdaderos héroes no usan antifaz ni capa, no se les reconoce por la calle ni mucho menos se sabe sus nombres. Quizás algunos prefieren el anonimato, o sencillamente no consideran heróico lo que hacen. A mí me tocó quitarme el sombrero ante uno de ellos.
Mi abuelo por parte de madre, don Agustín Guzmán Cuya ("Cuyita" para los amigos), vive con mi familia desde hace casi 10 años. Militar, policía, capataz de construcción y adicto al cachito, Agucho ha pasado por innumerables aventuras.
Estando en el ejército, fue parte de nuestra Gloriosa Caballería y estuvo en el frente contra el Ecuador en 1941 disparando una ZB-53, ametralladora checa de 40 kilos. Esta acción le valió el título de Héroe de Guerra, pero no fue suficiente para evitar que la vara le otorgara su anhelado ascenso a quienes quizá no lo merecían.
Luego de una serie de misiones a lugares sumamente recónditos del país, se retiró de la milicia y formó parte de la Policía Nacional, trabajo que le pareció sencillo dada su experiencia en el monte. Dentro del centenar de historias que vivió, se jacta de haber metido en la carceleta de la comisaría nada menos que a Arturo "Zambo" Cavero por hacer escándalo en estado etílico.
Por desgracia, le tocó vivir también la dura realidad de los policías, y es que como él dice, "nunca les pagan lo que corresponde", razón a la cual atribuye las eternas coimas que siempre piden.
Me resulta increíble que en tantos años de enfrentar la muerte cara a cara, no haya recibido un sólo balazo, corte ni daño severo. Sin embargo, no pudo evitar que durante su etapa como albañil sufriera todo lo que no sufrió en el frente. El único accidente del cual hace mención es aquella ocasión en la que le cayó en la cabeza una lata con cemento desde lo alto de un edificio en construcción. Para su suerte, estaba parado sobre un montículo de arena, y el golpe fue tan vertical que no le fracturó nada, si no que lo enterró hasta la cintura en la arena salvadora. Para cuando le gritaron "¡Guarda!" desde arriba, él ya se estaba desenterrando.
Durante años vivió separado de mi familia. Una serie de inconvenientes con mi abuela, lo alejaron de nosotros por décadas, forzándolo a vivir al otro extremo de Lima. Durante sus últimos años, ella se encargó de que el viejito viniera a vivir con nosotros, y desde entonces él ha estado a nuestro cuidado.
Aprendí luego que el viejo es renegón por excelencia. A pesar de ser hincha acérrimo del Alianza Lima, no pierde un minuto para quejarse durante los partidos y gritarles "¡Negros cojudos, con razón nunca campeonamos!". De todos modos siempre será el equipo de sus amores.
Tal vez por cariño, por retribución, o por un sentimiento oculto de culpa, Agucho nos ha apoyado en todo lo que buenamente ha podido. La vida que llevó le hizo pensar que las personas valoran a alguien sólo por el dinero que pueda dar, y hemos tenido la suerte de mostrarle su error durante estos años. El reconocimiento que no obtuvo en su momento, lo está teniendo ahora a sus 89 años. Nunca olvidaré el día que vino un primo lejano que también es militar, y no tuvo ningún reparo en rendirle tributo a mi abuelo y hacerle recordar sus viejos tiempos en el cuartel. La emoción del viejito fue muy notoria.
Ahora Agucho está nuevamente vistiendo el traje de camuflaje, enfrascándose en su batalla más dura. La batalla contra el tiempo. Los años han ablandado sus defensas y su salud ya no es la misma. En otras circunstancias, él habría preferido dejarse llevar y abandonar este mundo que ya sólo lo hace renegar, pero la vida lo ha forjado necio y tiene una sóla meta: llegar a los 90 años.
La meta no suena difícil. Su cumpleaños es el 5 de Mayo, el mismo día que el de mi hermano Carlos. 11 meses que, a mi pensar, se pasan rápido, y él también pensaría lo mismo si no fuera porque la vida le está pasando la cuenta.
Si escribo esto es sólo para que otros sepan lo importante que puede ser una persona y el mucho amor que se le puede tener. Den reconocimiento al trabajo de aquellos que están cerca, sin importar su edad. Y si ya están muy cochambrosos, que el día que no estén con nosotros no sean tan huachafos de pasársela llorando en el funeral, si no más bien estén felices de haber formado parte del legado de una persona que ha cumplido su misión.