viernes, 24 de noviembre de 2006

Rubén, El Acróbata

¡Adelante, niños y niñas! ¡Tomen sus lugares que esta noche tenemos a un invitado muy especial! Alguien que hace vibrar a las multitudes con su sola presencia. ¡Con ustedes: Rubén, el acróbata!


Rubén se sienta entre la multitud sin decir palabra. El anunciador presenta el siguiente acto y todos miran hacia arriba. La cuerda floja se perfila dividiendo la pista a la mitad. Rubén recuerda aquellos días en los que él cruzaba esa cuerda sin ninguna dificultad. Recuerda su disfraz de calavera, que le copió a luchador La Parka, para poder brillar en la oscuridad. Eso le encantaba y siempre sonreia detrás de la máscara al recibir los aplausos. Sabía que la gente jamás olvidaría que vió un esqueleto haciendo maromas sobre el cable. Que jamás se olvidarían de aquel que danzaba en la oscuridad sin red. Que jamás olvidarían el día en que la confianza lo traicionó y cayó desde su cielo adorado sin que la red lo detuviera, pues había dejado de usarla.
Nadie supo que la fractura de sus piernas y las contusiones en su cabeza lo alejaron para siempre de la acrobacia. Todos creen que se trata del mismo hombre. Tal vez sea porque a tanta distancia no se distinguen contexturas ni tallas. A Ruben sólo le queda ir a ver su propio acto desde abajo, preguntándose si la gente le aplaudía al hombre o a la máscara, maldiciendo por no tener la fama que el mismo se negó al usar disfraz. La gente aplaude tras finalizar el show, y algunos voltean extrañados al ver a un tipo cojeando que murmura "Yo lo hacía mejor". La función debe continuar.

¡Así es, señoras y señores! ¡La función continuará como siempre en tres funciones, tres! ¡Hasta la próxima y vuelvan pronto!

1 comentario:

  1. Es el problema de las identidades secretas. Los superhéroes la tenemos tranca.

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