Hace poco en mi casa vimos un excelente documental llamado Zeitgeist, en el cual se critican y se intentan desbaratar los grandes poderes políticos dominantes en el mundo. Uno de ellos resulta ser la iglesia cristiana y todas sus posibles variantes.
Se presenta una teoría bastante convincente revelando que la religión no es más que una gran alegoría de la adoración al sol, y que al mismo tiempo es un calco de otras religiones, especialmente de la egipcia. Muy aparte de la veracidad de este documental, lo que resulta curioso es que lo hayamos visto faltando sólo un par de días para el 25 de Diciembre, el día de la celebración de la Navidad.
Surge aquí la duda: ¿Qué estamos celebrando entonces? Me puse a meditar un rato y llegué a la conclusión de que en lo personal, poco o nada me importa si realmente existió Jesucristo o no. Lo importante aquí son las lecciones que se presentan en torno a su supuesta vida.
No se trata solamente de armar un nacimiento y un arbolito, poner luces por aquí y por allá, rezar todos los rosarios que sean posibles y comerse un pavo.
Muy aparte del rollo religioso, la Navidad desde hace muchos años se ha convertido en un simple fenómeno comercial. Veo más carteles con la cara de Papá Noel que nacimientos en las calles, sencillamente porque son las tiendas las que imponen el "espíritu navideño", con sus ofertas, promociones y descuentos. Mucha gente se convierte en comprador compulsivo en estos días, esperando llevar el máximo regalo a casa para complacer quién sabe a quién.
Soy consciente de que el aspecto infantil es el que prima en Navidad, que está bien disfrazarse de Papá Noel y entregarle un regalo a un niño, pero ¿así como se les enseña a pedir se les enseña el lado espiritual? Entre la gente que ve la Navidad como una cuestión económica y los que van a celebrarla en juerga, hay una pérdida del sentido, y es lo que realmente me hace pensar que Jesús no existe para mucha gente.
A mi modo de verlo, la Navidad más que un nacimiento es un re-nacmiento. El renacimiento de la unión entre los familiares y amigos cercanos, que rápidamente se va diluyendo durante los 365 días del año. Tal vez no es momento de hacer más peticiones, como uno siempre suele hacer, pidiéndole al Señor desde la paz mundial hasta un Playstation 3. Es más bien momento de mirar alrededor, ver lo que se ha logrado, sentirse bien por ello y hacerse una propuesta de superación. Muchas veces tenemos grandes logros pero como nadie lo nota, pensamos que no estamos llegando a ninguna parte. Tenemos que abrir bien los ojos.
Denle la espalda a esa falsa navidad comercial. Alégrense por aquello que valga la pena, siéntense con la familia y háganles sentir que están ahí poniendo el hombro, dense un abrazo sincero, de esos que a veces olvidamos dar, y si creen en Jesús pues celebren también la llegada del más grande hippie/revolucionario/rompesistemas que se haya conocido. Aquí los muchachos de Ska-P se los dicen con música: Bendiciones brutales y que tengan todos una Feliz Navidad.
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